Jorge Bucay

"Estos cuentos han sido escritos sólo
para señalar un lugar o un camino.

El trabajo de buscar dentro,
en lo profundo de cada relato,
el diamante que está escondido...

...es tarea de cada uno"

martes, 29 de diciembre de 2009

La actitud interior lo es todo

Samuel era el tipo de persona que te encantaría odiar. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía:
-Para poder estar mejor tendría que ser mi gemelo.
Era un gerente de restaurante único, porque tenía varias meseras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por las que las meseras seguían a Samuel era por su actitud interior. Él era un motivador natural.
Si un empleado tenía un mal día Samuel estaba allí para decirle como ver el lado positivo de la situación.
Ver este estilo de persona realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Samuel, y le pregunté:
-No lo entiendo...No es posible ser una persona tan positiva todo el tiempo...¿Cómo lo haces?
Samuel respondió:
-Cada mañana me despierto y me digo a mí mismo: !Samuel, tienes dos opciones hoy! Puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Elijo estar de buen humor. Cada vez que sucede algo malo puedes escoger ente ser una víctima o aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mí a quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida.
-Sí, claro. Pero no es tan fácil -protesté.
-!Sí, lo es! -dijo Samuel-. Cuando quitas todo lo demás, todo en la vida es asunto de elegir. Cada situación es una elección. Tú eliges como reaccionar en cada situación. Tú eliges como la gente afectará a te estado de ánimo. Tú eliges estar de buen humor o de mal humor. En resumen: "TÚ ELIGES COMO VIVIR LA VIDA."
Reflexioné en lo que Samuel me dijo. Poco tiempo después, dejé el rubro de los restaurantes para iniciar mi propio negocio. Perdimos el contacto, pero cuando tenía que hacer una elección en la vida, con frecuencia seguía el ejemplo de Samuel en vez de reaccionar contra ella.
Varios años más tarde me enteré que Samuel hizo algo que nunca debe hacerse en un restaurante. Dejó la puerta trasera abierta una mañana y fue asaltado por tres ladrones armados.
Mientas era forzado a abrir la caja fuerte sus dedos, temblando por el nerviosismo, resbalaban en las combinaciones. Los asaltamtes sintieron pánico y le dispararon.
Con mucha suerte, Samuel fue encontrado relativamente pronto y llevado a urgencias al hospital. Despues de dieciocho horas de cirugía y semanas de teparia intensiva, Samuel fue dado de alta, aún con fragmentos de bala en el cuerpo.
Me encontré con Samuel seis meses después del accidente. Cuando le pregunté cómo estaba, me respondió:
-Para poder estar mejor tendría que ser mi gemelo.
Le pregunté qué pasó por su mente en el momento del asalto. Contestó:
-Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado la puerta con llave. Cuando estaba tirado en el piso, recordé que tenía dos opciones: podía elegir vivir o podía elegir morir. Ele gí vivir.
-¿No sentiste miedo? -le pregunté.
Samuel continuó:
-Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que todo iba a salir bien. Pero cuando me llevaron a quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos y enfermeras, realmente me asusté. Podía leer es sus ojos: "Es hombre mueeeerto..."
Supe entonces que debía tomar una decisión.
-¿Que hiciste? -pregunté.
-Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo, y respirando profundamente grité:
-Sí a las balas.
Mientras reían, les dije:
-!Muchachos, estoy escogiendo vivir! Opérenme como si estuviera vivo, no muerto.
del libro "Cuentos con alma", de Rosario Gómez

domingo, 20 de diciembre de 2009

El Paradigma de la Riqueza

Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el interior del país, con el firme propósito de que éste viera cuán pobre podría llegar a ser la gente de campo. Que comprendiera el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos, que parecían tenerlo todo.Estuvieron por espacio de un día y una noche completos, en una granja de una familia campesina muy humilde.Al concluir el viaje, y de regreso a casa, el padre pregunta a su hijo
- ¿Qué te pareció el viaje?
- ¡¡Muy bonito Papá!!
- ¿Viste qué tan pobre y necesitada puede ser la gente?
- ¡¡Sí...!!
- ¿Y qué aprendiste?
- Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro.Nosotros tenemos una piscina de 25 metros, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin.
Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta el borde de la casa, el de ellos tiene todo un horizonte.Especialmente Papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y Mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo... y su hijo agregó:
- ¡¡Gracias Papá, por enseñarme lo ricos que podríamos llegar a ser...!!
Autor desconocido

Vivir El Momento

Cuenta una historia que el sabio Confucio animó a uno de sus discípulos a caminar por el bosque. Mientras el maestro paseaba distraídamente, silvando y observando los árboles y los pajáros con los que iba cruzándose por el camino, su acompañante parecía nervioso e inquieto. No tenía ni idea de adónde se dirigían. Harto de esperar, finalmente el discípulo rompió su silencio y le preguntó: "¿A dónde vamos?. Y Confucio, con una amable sonrisa en su rostro, le contestó: "Ya estamos".
de la revista "EL Pais Semanal", domingo 20 de diciembre

El viejito y la suerte

Era un viejito, muy viejito cuyas únicas propiedades eran su pequeña casa y un caballo, que utilizaba para arar y llevarle de un sitio a otro.

Un día, el caballo se escapó....y la gente del pueblo decía: ¡Qué mala suerte! Pobre viejito. Ahora no tendrá como trasladarse al mercado. Y el viejito solo decía: Mala suerte, buena suerte...¿quién sabe?

Al poco tiempo, apareció el caballo, que volvía al hogar, y llevaba con él varios caballos salvajes de las praderas. Y la gente del pueblo decía: ¡Qué buena suerte! Podrá venderlos y conseguir un buen dinero. Y el viejito solo decía: Buena suerte, mala suerte...¿quién sabe?

Un día, estaba su hijo intentando domar a uno de los caballos salvajes, cuando tras un galope, el caballo lanzó al hijo por los aires...y quedó mal herido. Tras unos meses, quedó cojo.
Y la gente del pueblo decía: ¡Qué mala suerte! Pobre viejito. Ahora no tendrá nadie que le ayude en el campo. Y el viejito solo decía: Mala suerte, buena suerte...¿quién sabe?

Un año más tarde, se declaró la guerra con el país vecino, y todos los jóvenes del pueblo fueron llamados a filas. Todos, menos, uno..el pobre cojito.

Y la gente del pueblo decía: ¡Qué buena suerte!....

sábado, 19 de diciembre de 2009

Los tres albañiles

Había tres albañiles trabajando en una construcción. Una persona que pasaba se acercó a uno de ellos y le preguntó: “¿Qué está haciendo buen hombre”. “Estoy colocando ladrillos –contestó-. Es un duro trabajo con le que me gano el pan de cada día.” Se acercó al segundo y reiteró la misma pregunta, a lo que el albañil respondió: “Estamos colocando ladrillos, construyendo juntos el lado norte de esta estructura.” Finalmente se aproximó al tercero, quien ante la pregunta, y con orgullo, dijo: “Coloco ladrillos ayudando a levantar la catedral más hermosa para mi pueblo”.

del libro "Coaching. El Arte de Soplar Brasas" de Leonardo Wolk

El discípulo y el maestro

Relata un cuento zen que en un monasterio había un discípulo que desafiaba siempre a su maestro. Cierta vez, ocultando a sus espaldas a un pájaro que sostenía en las manos, el discípulo se paró desafiante ante el maestro y le preguntó: “Maestro, aquí detrás de mí tengo un pájaro. Dígame usted que lo sabe todo: ¿está vivo o está muerto?”. (De tal modo, si decía que el pájaro estaba vivo lo ahorcaba y si decía que estaba muerto abriría sus manos y lo dejaría volar.)
El maestro lo miró a los ojos con respeto y compasión, respiró profundamente y con mucho amor le respondió: “Eso depende de ti. La solución…está en tus manos!”.
del libro "Coaching. El Arte de Soplar Brasas" de Leonardo Wolk