Jorge Bucay

"Estos cuentos han sido escritos sólo
para señalar un lugar o un camino.

El trabajo de buscar dentro,
en lo profundo de cada relato,
el diamante que está escondido...

...es tarea de cada uno"

viernes, 19 de febrero de 2010

Compañía

Recibí una llamada telefónica de un muy buen amigo. Me dio mucho gusto escucharle. Lo primero que me preguntó fue:
-¿Cómo estás?
Y sin saber por qué, le contesté:
-Muy solo.
-¿Quieres que hablemos? -me dijo.
Le respondí que sí.
-¿Quieres que vaya a tu casa?
-Sí.
Colgó el teléfono y en menos de quince minutos ya estaba llamando a mi puerta.
Le hablé durante horas de todo: de mi trabajo, de mi familia, de mi novia, de mis deudas..., y él me escuchó siempre atento.
Se nos hizo de día; quedé muy cansado mentalmente, pero me había hecho mucho bien su compañia y, sobre todo, que me escuchara, que me apoyara y me hiciera ver mis errores. Me sentía muy a gusto.
Cuando él observó que yo ya me encontraba mejor, me dijo:
-Bueno, me voy; tengo que ir a trabajar.
Yo me sorprendí, y le dije:
-¿Por qué no me habías dicho que tenías que ir a trabajar?
Mira la hora que es, no dormiste nada, te quité tu tiempo toda la noche.
El sonrió, y me dijo:
-No hay problema, para eso estamos los amigos.
Yo me senti feliz y orgulloso de tener un amigo así.
Lo acompañé a la puerta de mi casa. Cuando él caminaba hacia su automóvil, le grite desde lejos:
-Y, a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?
Él regresó, y me dijo en voz baja:
-Es que te quería dar una noticia...
-¿Qué pasó?
-Fui al doctor y me dijo que estoy muy enfermo.
Yo me quedé mudo. Él sonrió, y me dijo:
-Ya hablaremos de eso, Que tengas un buen día...
Se dio la vuelta y se fue. Pasó un buen rato hasta que asimilé la situación, y me pregunté una y otra vez: "¿Por qué cuando me preguntó cómo estaba me olvidé de él y sólo hablé de mí? ¿Cómo tuvo la fuerza de sonreírme, de darme ánimos, de decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación. ..? Esto es increíble.. .»
Desde entonces, mi vida ha cambiado. Suelo ser menos dramático con mis problemas y disfrutar más de las cosas buenas de la vida.
Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero.

del libro "Cuentos con alma" de Rosario Gómez

viernes, 12 de febrero de 2010

El árbol de los problemas

El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se estropeó y le hizo perder
una hora de trabajo, y ahora su antiguo camión se niega a arrancar. Mientras lo llevaba a su casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño
árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación: su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente,
me acompañó hasta el coche. Cuando pasamos cerca del árbol, senti curiosidad y le pregunté acerca de lo que le habia visto hacer un rato antes.


-;Oh!, ése es mi árbol de problemas -contestó-. Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que, simplemente, los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego, en la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido es -dijo sonriendo- que cuando salgo en la
mañana a recogerlos, ni remotamente hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.


del libro "Cuentos con alma" de Rosario Gómez

viernes, 5 de febrero de 2010

La Felicidad

En cierta ocasión, se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer, y planearon hacerlo a su imagen y semejanza. Entonces uno de ellos dijo:
-Esperen; si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, y debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros; de no ser así, estaríamos creando nuevos dioses.
Debemos quitarle algo, pero ¿qué le quitamos?
Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:
-iAh, ya sé! Vamos a quitarles la felicidad; pero el problema va a ser dónde esconderla, para que no la encuentren jamás.
Propuso el primero:
-Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.
A lo que inmediatamente repuso otro:
-No; recuerda que les dimos fuerza, y alguna vez alguien subirá y la encontrará; y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está.
Luego propuso otro:
-Entonces, vamos a esconderla en el fondo del mar.
Y otro contestó:
-No; recuerda que les dimos inteligencia, y alguna vez al- j guien construirá algo por donde pueda entrar y bajar; y entonces la encontrarán.
Uno más dijo:
-Escondámosla en un planeta lejano de la Tierra.
Y le dijeron:
-No; recuerda que les dimos inteligencia, y un alguien construirá una nave en la que puedan viajar a otros planetas y la descubrirán, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.
El último de ellos era un dios que habia permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las propuestas de demás dioses, y analizó calladamente cada una de ellas; entonces rompió el y dijo:
-Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren.
Todos se volvieron asombrados y preguntaron al unísono:
-La esconderemos dentro de ellos mismos; estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa buscando la felicidad sin saber que la lleva consigo.

del libro "Cuentos con alma" de Rosario Gómez