Al creer que era uno de ellos, el águila se limitó a hacer durante toda su vida lo mismo que hacían todos los demás. Escarbaba en la tierra en busca de insectos y gusanos, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, imitando así el vuelo del resto de las gallinas.
Los años fueron pasando y el águila se convirtió en un pájaro fuerte y vigoroso. Y un buen día divisó una magnífica ave que planeaba majestuosamente por el cielo. El águila no podía dejar de mirar hacia arriba, asombrada de cómo aquel pájaro surcaba las corrientes de aire moviendo sus poderosas alas.
-"¿Que es eso?", le preguntó maravillada a una gallina que estaba a su lado.
-"Es el águila, el rey de todas las aves", respondió cabizbaja su compañera.
- "Es todo lo contrario de lo que somos. Tú y yo hemos nacido para mantener la cabeza agachada y mirar hacia el suelo".
Y así fue como el águila nunca más volvió a mirar el cielo. Tal como le habían dicho, murió creyendo que era una simple gallina de corral.
El Pais Semanal. Nº 1783 Domingo 28 de noviembre de 2010