Jorge Bucay

"Estos cuentos han sido escritos sólo
para señalar un lugar o un camino.

El trabajo de buscar dentro,
en lo profundo de cada relato,
el diamante que está escondido...

...es tarea de cada uno"

jueves, 30 de diciembre de 2010

El águila y la gallina de corral

Caminando por un prado, un granjero se encontró con un huevo de águila. Lo metió en una bolsa y, una vez en su granja, lo colocó en el nido de una gallina de corral. Así fue como el aguilucho fue incubado y criado junto a una nidada de pollos.

Al creer que era uno de ellos, el águila se limitó a hacer durante toda su vida lo mismo que hacían todos los demás. Escarbaba en la tierra en busca de insectos y gusanos, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, imitando así el vuelo del resto de las gallinas.

Los años fueron pasando y el águila se convirtió en un pájaro fuerte y vigoroso. Y un buen día divisó una magnífica ave que planeaba majestuosamente por el cielo. El águila no podía dejar de mirar hacia arriba, asombrada de cómo aquel pájaro surcaba las corrientes de aire moviendo sus poderosas alas.


-"¿Que es eso?", le preguntó maravillada a una gallina que estaba a su lado.

-"Es el águila, el rey de todas las aves", respondió cabizbaja su compañera.

- "Es todo lo contrario de lo que somos. Tú y yo hemos nacido para mantener la cabeza agachada y mirar hacia el suelo".

Y así fue como el águila nunca más volvió a mirar el cielo. Tal como le habían dicho, murió creyendo que era una simple gallina de corral.


El Pais Semanal. Nº 1783 Domingo 28 de noviembre de 2010

martes, 14 de diciembre de 2010

El diamante

Un viajero llegó a las afueras de una aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo un joven que, entusiasmado le gritó:

-"¡Dame la piedra preciosa!"

El viajero lo miró desconcertado y le preguntó:

-" lo siento, pero no sé de qué me hablas".

Más calmado, el aldeano sentó a su vera.

-"Ayer por la noche una voz me habló en sueños", le confesó. "Y me aseguró que si al anochecer venía a las afueras de la aldea, encontraría a un viajero que medaría una piedra preciosa que me haría rico para siempre".


El viajero rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra deltamaño de un puñado.

-"Probablemente se refería a esta. Me pareció bonita y poreso lacogí. Tómala, ahora es tuya", dijo, mientras se la entregaba al joven.


¡Era un diamante¡ El aldeano, eufórico, lo cogió y regresó a su casa dando saltos de alegría.


Mientras el viajero dormía plácidamente bajo el cielo estrellado, el joven no podía pegar ojo. El miedo a que le robaran su tesoro le había quitado el sueño y pasó toda la noche en vela. Alamanecer, fue de nuevo corriendo en busca de aquel viajero. Nada más verlo, le devolvió el diamante. Y muy seriamente, le suplicó:

"Por favor, enséñame a conseguir la riqueza que te permite desprenderte de este diamante con tanta facilidad".


tomado de la Revista El País Semanal nº 1.779
Domingo 31 de octubre de 2010

miércoles, 24 de noviembre de 2010

En busca del Sol

Antaño, antes de que se pudiera contemplar al sol sobre la faz de la Tierra, había en el poblado de los animales un rey que por su ego personal y las ganas de mojara de su pueblo, junto con las fuertes lluvias y heladas, decidió que era necesario traer al sol al poblado para mejorar las condiciones de vida de su pueblo.

Ordenó enviar un escrito a todas las aldeas convocando la presencia a la corte de todos los animales mayores de cinco años. Corrió la voz por todas las aldeas que formaban el pueblo que reinaba éste rey, y corrió también la voz a todos los demás animales que sin pertenecer a la jurisdicción del rey tenían la curiosidad de saber lo que quería éste, ya que tenía fama de buen orador y sus súbditos no tenían más que buenas palabras para él.

Acudieron a la corte todo tipo de animal mayor de cinco años, y entonces el rey les dio a conocer la misión que les esperaba y los requisitos que exigía para dicha misión. Necesitaba un animal con mucho coraje, que pudiera sostenerse sobre sus patas, que trepara a lo más alto del Pico da Fogo, el más alto del reino animal, y una vez en lo alto, traspasara el firmamento en busca del sol y trajera al sol al poblado. Poco a poco se iban retirando los animales porque no reunían el perfil que pedía el rey. Transcurrieron horas, días, semanas hasta que llegó al poblado un animal que se creía capaz porque se apoyaba sobre dos patas y caminaba erguido, aparentemente se le veía distinto a todos los demás animales. Tuvo una audiencia con el rey, pidió todo lo que creía necesitar para escalar el Pico da Fogo, se despidió de todos los curios que se reunieron a verle, y se fue del pueblo en dirección al Pico, con ayuda de un mapa que le dio el rey.

Pasaron las horas, los días, los meses y los animales se olvidaron de aquél que se fue en busca del sol, sólo el rey tenía la fe de que algún día tendría una respuesta ya sea positiva o negativa, ya venga de regreso con el sol o con las manos vacías. A primeras horas del día primero, del mes primero, del año quinto después de la partida de aquél animal en busca del sol, en el poblado de los animales se divisó un punto brillante en el oriente, en el firmamento, que se iba agrandando a medida que avanzaba el día, estaban todos pendientes de aquella luz y el rey tenía la corazonada que era el sol. Aproximadamente a medio día, se distinguió claramente una bola roja y brillante que desprendía calor y que hacía fundir los hielos y los animales dejaban de tiritar. Alguien lo traía cogido entre sus dos manos, se posó sobre sus dos patas en la plaza del pueblo.

Corrió rápidamente la voz y junto con el rey se reunieron en la plaza mayor del pueblo multitud de animales venidos de todas partes: -¿quién eres? Preguntó el rey al que había llegado con aquella bola brillante. – mi nombre es Hombre, y después de una pausa dijo, aquí le entrego al sol y el mapa que hace algún tiempo me entregó para que le buscara al sol; a partir de ahora verá al sol todas las mañanas salir del oriente y se pondrá todas las tardes en el occidente. Y dijo el rey: - Hombre, te concedo la facultad de dominar y gobernar a todos los demás animales, tenlos bajo tu protección y cuidado, y donde estés Tú junto con otros animales, serás el rey.

Aplaudieron todos, comieron y bebieron celebrando la llegada del sol, y al atardecer el hombre cogió de nuevo al sol y lo llevó al poniente, occidente, asegurando a todos los presentes que a partir del día siguiente saldría y se pondría sólo el sol en horas diurnas. Disfrutaron del sol desde entonces hasta nuestros días, y seguirán disfrutando de ello por los siglos de los siglos. Se cumplió lo que dijo el rey a Hombre respecto de los demás animales.
Y colorín colorado, el sol sigue brillando.

Fábula original, inventada por Agripina Olivera Bestué
Madrid, a diez y siete de noviembre de 2004

*Moraleja

Cuando el trabajador siente la confianza que el empresario deposita en él y la libertad para realizar su trabajo, se sien te más capaz y procura hacer bien su trabajo y se toma el tiempo necesario para hacerlo bien.


Cuento facilitado por Miguel Alonso García
Dpto.Psicología Diferencial y del Trabajo
Universidad Complutense de Madrid
https://campusvirtual.ucm.es/prof/edpo.html

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El substituto del guardian

Cierto día en un monasterio Budista, encontraron muerto a uno de sus guardianes y fue preciso encontrar un substituto. El Gran Maestro convocó a todos los discípulos para determinar quién sería el nuevo centinela.

El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, dijo:
"Asumirá el puesto el primer monje que resuelva el problema que voy a presentar."

Entonces colocó una magnífica mesita en el centro de la enorme sala en que estaban reunidos,
encima de esta, colocó un jarrón de porcelana muy raro, con una rosa amarilla de extraordinaria belleza en el y dijo así:
" ¡Aquí está el problema! "
Todos quedaron asombrados mirando aquella escena:
¡un jarrón de extremo valor y belleza, con una maravillosa flor en el centro!
¿Qué representaría?, ¿Que hacer?, ¿Cuál es el enigma?

En ese instante, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y ... ZAZ ... destruyó todo de un solo golpe.

Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el Gran Maestro dijo: "Usted será el nuevo guardián del Castillo".
Cuento facilitado por Miguel Alonso García
Dpto.Psicología Diferencial y del Trabajo
Universidad Complutense de Madrid

martes, 26 de octubre de 2010

Ataduras

Angustiado, el discípulo acudió a su maestro y le preguntó:
-¿Cómo puedo liberarme, maestro?
El maestro contestó:
-Amigo mío, ¿y quién te ata?
Cuento tradicional
extraído del libro "Las palabras que curan",
de Álex Rovira

martes, 12 de octubre de 2010

Enseño cuando aprendes y no al revés

Enseñarás a volar
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.

Sin embargo...
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.

Teresa de Calcuta

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Bajo la lluvia

Un hombre caminaba lentamente bajo una intensa lluvia.
Un transeúnte apresurado y protegido con un paraguas lo ve, se detiene ante él y le pregunta:
-¿Por qué no caminas más aprisa?
-También llueve delante -contestó el hombre.

Cuento tradicional
extraído del libro "Las palabras que curan",
de Álex Rovira

martes, 7 de septiembre de 2010

Los pimientos rojos (Jodorowsky, 2006)

En el curso de un viaje, Mulla Nasrudin llega a un pueblo. En el mercado se queda pasmado delante de un tenderete de Frutas exóticas, desconocidas, que encuentra de lo más apetitosas. Le dice al vendedor:
Estas frutas me parecen excelentes. ¡Póngame un kilo!
Se va la mar de contento con su compra. Un poco más lejos, le hinca el diente a una de estas frutas rojas, pero al instante siente que la boca le echa fuego. Se pone rojo. Sus ojos lloran y, sin embargo, continúa comiendo. Un transeúnte, que le está mirando desde hace rato, le aborda:
-Pero ¿qué hace usted?
-Creía que estas frutas eran muy buenas. Pensando que no iba a tener bastante con una sola, he comprado un kilo.
-Comprendo, pero ¿por qué se empeña usted en comérselas? Son pimientos rojos, y son terriblemente fuertes.
-No son los pimientos lo que yo me como ahora -profiere Mulla-, sino mi dinero.

*Moraleja

Si uno quiere cambiar, en un momento dado, hay que ser lo bastante humilde para decirse: «Me he equivocado. He comprado un kilo de pimientos que no puedo comerme, pues me hacen daño. Los dejo y empiezo otra cosa». «He pasado 10 años con esta mujer» o «He estado 8 años como técnico, pero ahora soy un gestor ». No tiene sentido continuar con haciendo lo mismo cuando la realidad ha cambiado.

Cuento facilitado por Miguel Alonso García
Dpto.Psicología Diferencial y del Trabajo
Universidad Complutense de Madrid
https://campusvirtual.ucm.es/prof/edpo.html

domingo, 22 de agosto de 2010

¿Te puedo comprar una hora?

El hombre llegó del trabajo a casa otra vez tarde, cansado e irritado,
y encontró a su hijo de cinco años esperándolo en la puerta.
"Papá, puedo preguntarte algo?"
"Claro, hijo, el qué? respondió el hombre.
"Papá, ¿cuánto dinero ganas por hora?"
"¿Por qué lo preguntas?, dijo un tanto molesto.
"Sólo quiero saberlo. Por favor dime cuánto ganas por hora", suplicó el pequeño.
"Si quieres saberlo, gano 20 dólares por hora".
"Oh", repuso el pequeño inclinando la cabeza.
Luego dijo: "Papá, ¿me puedes prestar 10 dólares, por favor?".
El padre estaba furioso. "Si la razón por la que querías saber cuánto gano es sólo para pedirme que te compre un juguete o cualquier otra tontería, entonces vete ahora mismo a tu habitación y acuéstate. Piensa por qué estás siendo tan egoísta. Trabajo mucho, muchas horas cada día y
no tengo tiempo para estos juegos infantiles".
El pequeño se fue en silencio a su habitación y cerró la puerta. El hombre se sentó y empezó a darle vueltas al interrogatorio del niño. "¡Cómo puede preguntar eso sólo para conseguir algo de dinero!". Después de un rato, el hombre se calmó y empezó a pensar que había sido un poco duro con su hijo. Quizás había algo que realmente necesitaba comprar con esos 10 dólares y, de hecho, no le pedía dinero a menudo. Fue a la puerta de la habitación del niño y la abrió.
"¿Estás dormido, hijo?", preguntó.
"No, papá. Estoy despierto" respondió el niño.
"He estado pensando, y quizá he sido demasiado duro contigo antes. Ha sido un día muy largo y lo he pagado contigo. Aquí tienes los 10 dólares que me has pedido".
El niño se sentó sonriente: "¡Oh, gracias, papá!", exclamó. Entonces, rebuscando bajo su almohada, sacó algunos billetes arrugados más. El pequeño contó despacio su dinero y entonces miró al hombre, el cual, viendo que el niño ya tenía dinero, empezaba a enfadarse de nuevo.
"¿Por qué necesitabas dinero y ya tenías?", refunfuñó el padre.
"Porque todavía no tenía bastante, pero ahora sí tengo. Papá, ahora tengo 20 dólares..., ¿puedo comprar una hora de tu tiempo?".
Cuento aportado por Miguel Alonso García
Dpto.Psicología Diferencial y del Trabajo
Universidad Complutense de Madrid

viernes, 16 de julio de 2010

La vaquita

Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer un breve visita al lugar.

Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas, también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.

Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, la casa de madera, los habitantes, una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado, entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: En este lugar no existen señales de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen el señor y su familia para sobrevivir aquí?

El señor calmadamente respondió: amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o la cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo.

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue.

En el medio del camino, se volvió hacia su fiel discípulo y le ordenó: busque la vaquilla, llévela al precipicio de allí enfrente y empújela al barranco.

El joven espantado vio al maestro y lo cuestionó sobre el hecho de que la vaquilla era el medio de subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir. Aquella escena quedo grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.

Un día el joven resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado, con coche en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín.

El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por un señor muy simpático, el joven preguntó por la familia que vivía allí hace uno cuatro años, el señor respondió que siguen viviendo allí.

Espantado el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y preguntó al señor (el dueño de la vaquita¨: ¿cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida? El señor entusiamado le respondió: nosotros teníamos una vaquita que calló por el precipicio y murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades queno sabíamos que teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbren ahora.

* Moraleja*

Todos tenemos una vaquita a la que aferrarnos, que nos cubre nuestras propias necesidades de supervivencias y que nos ayuda a mantener una convivencia con la rutina.

jueves, 24 de junio de 2010

El anillo

Un alumno llegó a su profesor con un problema:
-Estoy aquí, profesor, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Dicen que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que soy tonto y muy idiota
¿Cómo puedo mejorar?, ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El profesor, sin mirarlo, le dijo :
-Lo siento mucho, joven, pero ahora no puedo ayudarte. Primero debo resolver mi propio problema, tal vez después...
Y haciendo una pausa dijo: Si tu me ayudas y puedo resolver mi problema rápidamente, quizá pueda ayudarte a resolver el tuyo.
- Claro, profesor, murmuró el joven. Pero se sintió otra vez desvalorizado.

El profesor se sacó un anillo que llevaba en el dedo pequeño, se lo dio y le dijo:
Coge el caballo y vete al mercado. Debes vender este anillo porque tengo que pagar una deuda.
Es preciso que obtengas por él el máximo posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro.
Vete y vuelve con la moneda lo más rápido posible.

El joven cogió el anillo y partió. Cuando llegó al mercado empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Ellos miraban con algún interés, atendiendo al joven cuando decía cuanto pretendía por el anillo. Cuando decía que una moneda de oro, algunos reían, otros se apartaban sin mirarlo.
Solamente un viejecito fue amable de explicarle que una moneda de oro era mucho valor para comprar un anillo. Intentando ayudar al joven, llegaron a ofrecerle una moneda de plata y una jícara de cobre, pero el joven seguía las instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazaba las ofertas. Después de ofrecer la joya a todos los que pasaban por el mercado, y abatido por el fracaso, montó en el caballo y regresó. El joven deseaba tener una moneda de oro para comprar el mismo el anillo, librando de la preocupación a su profesor pudiendo así recibir su ayuda y consejos.

Entró en la casa y dijo:
Profesor, lo siento mucho, pero es imposible conseguir lo que me pidió. Tal vez pudiese conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que se pueda engañar a nadie sobre el valor del anillo.

Importante lo que me dices, joven, le contestó sonriente. Primero debemos saber el valor del anillo. Vuelve a coger el caballo y vas a ver al joyero. ¿Quien mejor para saber su valor exacto? Pero no importa cuanto te ofrezca, no lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven fue a ver al joyero y le dio el anillo para que lo examinara. El joyero lo examinó con una lupa, lo pesó y le dijo:
-Dile a tu profesor que, que si lo quiere vender ahora no puedo darle más de 58 monedas de oro.
-58 MONEDAS DE ORO!!, exclamó el joven.
-Si, contestó el joyero, y creo que con el tiempo podría ofrecer cerca de 70 monedas, pero si la venta es urgente .......

El joven corrió emocionado a casa del profesor para contarle lo ocurrido.
-Siéntate, dijo el profesor, y después de escuchar todo lo que el joven le contó, le dijo:
-Tu eres como ese anillo, una joya valiosa y única. Solamente puede ser valorada por un especialista.
-Pensabas que ¿cualquiera podía descubrir su verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a colocarse su anillo en el dedo.

Todos somos como esta joya: valiosos y únicos y andamos por todos los mercados de la vida pretendiendo que personas inexpertas nos valoren.

lunes, 7 de junio de 2010

Piensa en positivo hasta en el filo de la muerte

Cuentan que, en la Edad Media, un hombre fue injustamente acusado de asesinar a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona influyente y por eso buscaron a un "chivo expiatorio" para encubrir al verdadero culpable.
El hombre fue llevado a juicio, conociendo que tendría poca oportunidad de escapar al veredicto: ¡LA HORCA !
El Juez, también cómplice, cuidó de que pareciera un juicio justo y le dijo al acusado:
-"Conociendo tu fama de hombre devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino.Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás uno de ellos y será la mano de Dios la que decida tu destino"
Por supuesto, el juez corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: "CULPABLE" y la pobre víctima se dio cuenta que era una trampa. No había escapatoria.
El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.

El hombre inspiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados pensando, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, escogió y agarró uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.

Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon airadamente.

- "Pero... ¿qué hizo?... ¿Y ahora?... ¿Cómo vamos a saber el veredicto?"
- "Es muy sencillo" respondió el acusado, "Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos qué decía el que yo escogí".

Con rezongos y disgustos mal disimulados, tuvieron que liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.


*Moraleja: *

Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento.

¡¡¡ SÉ CREATIVO !!!CUANDO TODO PAREZCA PERDIDO, USA LA IMAGINACIÓN.


En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento. Albert Einstein

domingo, 30 de mayo de 2010

Abriendo puertas

En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto:


A sus prisioneros no los mataba...los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre... En esta sala, les hacía formar un círculo y les decía:

-Ustedes pueden elegir entre morir a flechazos por mis arqueros o pasar por aquella puerta...

Casi todos elegían ser muertos por los arqueros...

Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo había servido al rey se dirigió al soberano:


-Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?

-Dime, soldado.
-Señor, ¿qué hay detrás de la puerta?


El rey respondió:
-Ve y averígualo tú mismo!!!

El soldado abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraban... Y, finalmente, sorprendido, descubrió que...

...la puerta se abría sobre un camino que conducía a la LIBERTAD!!!

El soldado, embelesado, miró a su rey, quien le dijo:

-Yo les daba la oportunidad de elegir, pero por temor preferían morir a arriesgarse a abrir esta puerta!!!



*Moraleja*


¿Cuántas puertas dejamos de abrir por el miedo de arriesgar? ¿Cuántas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños?

lunes, 10 de mayo de 2010

Los deshollinadores judíos

Un americano viajó a Israel para aprender del Talmut. El Talmut es una obra que recoge las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, leyendas e historias. Fue a hablar con un rabino al que le dijo que le enseñara sus secretos.

El americano pensaba que todos los judíos eran ricos y que todo se debía a que el Talmut les guiaba para llegar a ello. El rabino sorprendido de las razones que le dio el americano se negó rotundamente a enseñárselo. El americano le dijo que si no se lo enseñaba él se lo enseñaría cualquier otro rabino, bastaría con engañarle y hacerle creer que quería convertirse al judaísmo.

El rabino meditó unos instantes y le dijo:

-Hijo mío, te enseñaré los secretos del Talmut, pero para ello deberás contestarme bien a una pregunta de las tres que te haré. Si no lo haces, me harás la promesa de olvidar totalmente la idea de aprender el Talmut.

El americano pensó que era lo suficientemente inteligente para contestar a alguna de las tres preguntas que el rabino le haría y accedió. El rabino le dijo entonces:

-Están dos deshollinadores judíos limpiando una chimenea. Se caen por ella y cuando llegan al suelo uno sale limpio y el otro sale sucio. ¿Cuál de los dos se va a lavar?

El americano dudó unos instantes y contestó:

-Está claro ¡¡¡el que está sucio!!!

A lo que el rabino le dijo:

-No hijo mío. Desde un punto de vista lógico tendrías razón. Pero desde el punto de vista de la naturaleza humana el que está sucio miraría al que está limpio y pensaría que no se habían ensuciado. Sin embargo el que está limpio miraría al que está sucio y pensaría ¡¡Como nos hemos puesto!! Y se iría a lavar.

El americano perplejo se dio cuenta de que el rabino eras más astuto de lo que le pareció en un primer momento y ansioso le pidió que le hiciera la siguiente pregunta.

-Están dos deshollinadores judíos limpiando una chimenea. Se caen por ella y cuando llegan al suelo uno sale limpio y el otro sale sucio. ¿Cuál de los dos se va a lavar?

El americano le dijo:

-Está claro rabino, desde el punto de vista lógico el que está sucio y desde el punto de vista de la naturaleza humana el que está limpio.

El rabino se sonrió:

-Vuelves a errar hijo mío. Porque desde el punto de vista metafísico es imposible que uno salga sucio y otro limpio. O los dos salen limpios o los dos salen sucios.

El americano pensó que el rabino le estaba tomando el pelo pero aun así se creía lo bastante inteligente como para acertar la última pregunta...

-Están dos deshollinadores judíos limpiando una chimenea. Se caen por ella y cuando llegan al suelo uno sale limpio y el otro sale sucio. ¿Cuál de los dos se va a lavar?

El americano se apresuró y contestó:

-Ahora si que está claro. Desde el punto de vista lógico el que está sucio, desde el punto de vista de la naturaleza humana el que está limpio y desde el punto de vista metafísico o los dos o ninguno!!!!

El rabino le miró fijamente y le dijo:

-Hijo mío… veo que no te has enterado de nada…porque desde tu punto de vista en el que crees que todos los judíos somos ricos… ¿Qué se supone que hacen dos de nosotros limpiando una chimenea? No existen deshollinadores judíos.
Anónimo
Facilitado por Carlos del Pino

lunes, 26 de abril de 2010

Cuento Zen

Un alumno fue a visitar a un famoso maestro de Zen para que le iniciara en esa milenaria filosofía o estilo de vida. Cuando el maestro le preguntó por qué quería aprender Zen, el alumno empezó una larga y muy bien estructurada disertación sobre la historia del Zen desde el nacimiento de Buda, su llegada a China y todas las ventajas físicas, psíquicas, emocionales y espirituales que proporciona el Zen.

Mientras tanto el maestro preparó un té y empezó a servirle hasta que se desbordó la taza, y continuó vertiendo el té hirviendo, derramándolo de la taza a la mesa y llegando hasta quemarle las piernas.
El alumno atónito, le reclamó, de mala manera: ¡No ve que la taza está llena, no puede seguir vertiendo!
El maestro, se detuvo y le respondió: ¡Muy bien, ahora quizás puedas entender porqué no te puedo enseñar Zen a ti!

El alumno sin comprender el mensaje de ese hecho que inicialmente pensó que era accidental, le respondió “no entiendo porqué usted un gran maestro no me puede enseñar Zen a mi, un interesado y dispuesto alumno”. A lo que el maestro respondió: “Interesado sí, dispuesto no. Tú sabes qué es el Zen, de dónde viene, por qué lo quieres aprender, para qué sirve y muchas más cosas. Tu mente es como una taza llena. Llena de tus ideas y verdades, de tus creencias, y todo lo que yo te diga, sólo reforzará lo que ya crees y por lo tanto se desbordará como el té fuera de la taza y no servirá de nada, es más te podría quemar”.

El maestro prosiguió, “Si realmente quieres aprender Zen, ve ahora a tu casa y medita sobre lo ocurrido e intenta traerme una “taza vacía” mañana, entonces tendré alguna posibilidad de enseñarte Zen”.
Anónimo
Facilitado por Carlos del Pino

jueves, 15 de abril de 2010

Te deseo

Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar.


Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien confiar sin dudar.

Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil,más no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es mal sana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean, seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices.

Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol..

Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico, y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero frente a ti y digas: "Esto es mío”sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando estén exhaustos y sonrientes, hablen sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte.

Victor Hugo
(1802 - 1885)

miércoles, 7 de abril de 2010

Lección de Vida

Había un hombre que tenía cuatro hijos. El buscaba que ellos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápidamente; entonces el envió a cada uno por turnos a ver un árbol de peras que estaba a una gran distancia.
El primer hijo fué en el Invierno, el segundo en Primavera, el tercero en Verano y el hijo más joven en el Otoño.
Cuando todos ellos habían ido y regresado, él los llamo y juntos les pidió que describieran lo que habían visto.
El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, doblado y retorcido.
El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas.
El tercer hijo no estuvo de acuerdo, él dijo que estaba cargado de flores, que tenía un aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa más llena de gracia que jamás había visto.
El último de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, el dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción.

Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenían la razón, por que ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol. El les dijo a todos que no deben de juzgar a un árbol, o a una persona, por solo ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado.

Si tú te das por vencido en el invierno, habrás perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del otoño.

Moraleja: No dejes que el dolor de alguna estación destruya la dicha del resto. No juzgues la vida por una sola estación difícil. Persevera a través de las dificultades y malas rachas… mejores tiempos seguramente vienen por delante.
Anónimo

miércoles, 24 de marzo de 2010

Pelea entre lobos

Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida. Uno de sus nietos dijo:

-"¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!...¡es entre lobos!"

-"Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia".

-"El otro es bondad, alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, dulzura,generosidad, benevolencia, amistad, empatía,verdad, compasión y fe".

El viejo cacique dijo:

-"Esta pelea ocurre dentro de todos los seres de la tierra".

Lo pensaron por un minuto y uno de los niños preguntó:

-"¿Y cual de los lobos crees que ganará?

El viejo cacique respondió simplemente:

-"El que alimentes".
Anónimo

miércoles, 10 de marzo de 2010

El granjero y el yerno

Cuéntase la historia de un rico granjero del siglo XVII que estaba intentando procurar un marido apropiado para su joven y hermosa hija. Entre otras virtudes el hombre deseaba que el supuesto joven fuese también un estudioso de la Biblia y versado en ella. Siendo así, solicitó dar una breve charla en el templo del pueblo con una especial intención: la persona que resolviese el problema cabalístico que él iba a presentar, sería considerado para ser elegido.

Su presentación fascinó a los estudiantes presentes. Dado que ninguno de ellos supo encontrar la solución para el problema presentado, el granjero subió a su carruaje para dirigirse al templo de una próxima ciudad. Después de andar algunos metros escuchó unos apresurados pasos y observando fuera del carro reconoció a uno de los jóvenes alumnos corriendo con gran esfuerzo por alcanzarlo. Detuvo la marcha de los caballos y esperó que el joven llegara y recuperase el aliento.

-Entonces -dijo el hombre- ¿tienes acaso una respuesta para mi pregunta?

-No -respondió el joven-, pero necesito saber: ¿cuál es la respuesta?

Sonrió el granjero y agregó:

-Un joven como tú es a quien quiero considerar mi yerno.


del libro "Coaching. El Arte de Soplar Brasas en Acción",
de Leonardo Wolk

martes, 2 de marzo de 2010

La oración de la rana

Dijo el discípulo:
-Quisiera aprender, ¿querrías enseñarme?
-No creo que sepas cómo hay que aprendrer -dijo maestro.
-¿Puedes enseñarme a aprender?
-¿Puedes tú aprender a dejarme que te enseñe?

El enseñar solo es posible cuando también es posible aprender.

El maestro no es el que guía, sino el que ayuda a que te descubras tú mismo y descubras, desde ti, la realidad.

Anthony de Mello
del libro "Coaching. El Arte de Soplar Brasas en Acción",
de Leonardo Wolk

viernes, 19 de febrero de 2010

Compañía

Recibí una llamada telefónica de un muy buen amigo. Me dio mucho gusto escucharle. Lo primero que me preguntó fue:
-¿Cómo estás?
Y sin saber por qué, le contesté:
-Muy solo.
-¿Quieres que hablemos? -me dijo.
Le respondí que sí.
-¿Quieres que vaya a tu casa?
-Sí.
Colgó el teléfono y en menos de quince minutos ya estaba llamando a mi puerta.
Le hablé durante horas de todo: de mi trabajo, de mi familia, de mi novia, de mis deudas..., y él me escuchó siempre atento.
Se nos hizo de día; quedé muy cansado mentalmente, pero me había hecho mucho bien su compañia y, sobre todo, que me escuchara, que me apoyara y me hiciera ver mis errores. Me sentía muy a gusto.
Cuando él observó que yo ya me encontraba mejor, me dijo:
-Bueno, me voy; tengo que ir a trabajar.
Yo me sorprendí, y le dije:
-¿Por qué no me habías dicho que tenías que ir a trabajar?
Mira la hora que es, no dormiste nada, te quité tu tiempo toda la noche.
El sonrió, y me dijo:
-No hay problema, para eso estamos los amigos.
Yo me senti feliz y orgulloso de tener un amigo así.
Lo acompañé a la puerta de mi casa. Cuando él caminaba hacia su automóvil, le grite desde lejos:
-Y, a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?
Él regresó, y me dijo en voz baja:
-Es que te quería dar una noticia...
-¿Qué pasó?
-Fui al doctor y me dijo que estoy muy enfermo.
Yo me quedé mudo. Él sonrió, y me dijo:
-Ya hablaremos de eso, Que tengas un buen día...
Se dio la vuelta y se fue. Pasó un buen rato hasta que asimilé la situación, y me pregunté una y otra vez: "¿Por qué cuando me preguntó cómo estaba me olvidé de él y sólo hablé de mí? ¿Cómo tuvo la fuerza de sonreírme, de darme ánimos, de decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación. ..? Esto es increíble.. .»
Desde entonces, mi vida ha cambiado. Suelo ser menos dramático con mis problemas y disfrutar más de las cosas buenas de la vida.
Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero.

del libro "Cuentos con alma" de Rosario Gómez

viernes, 12 de febrero de 2010

El árbol de los problemas

El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se estropeó y le hizo perder
una hora de trabajo, y ahora su antiguo camión se niega a arrancar. Mientras lo llevaba a su casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño
árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación: su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente,
me acompañó hasta el coche. Cuando pasamos cerca del árbol, senti curiosidad y le pregunté acerca de lo que le habia visto hacer un rato antes.


-;Oh!, ése es mi árbol de problemas -contestó-. Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que, simplemente, los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego, en la mañana, los recojo otra vez. Lo divertido es -dijo sonriendo- que cuando salgo en la
mañana a recogerlos, ni remotamente hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.


del libro "Cuentos con alma" de Rosario Gómez

viernes, 5 de febrero de 2010

La Felicidad

En cierta ocasión, se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer, y planearon hacerlo a su imagen y semejanza. Entonces uno de ellos dijo:
-Esperen; si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, y debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros; de no ser así, estaríamos creando nuevos dioses.
Debemos quitarle algo, pero ¿qué le quitamos?
Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:
-iAh, ya sé! Vamos a quitarles la felicidad; pero el problema va a ser dónde esconderla, para que no la encuentren jamás.
Propuso el primero:
-Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.
A lo que inmediatamente repuso otro:
-No; recuerda que les dimos fuerza, y alguna vez alguien subirá y la encontrará; y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está.
Luego propuso otro:
-Entonces, vamos a esconderla en el fondo del mar.
Y otro contestó:
-No; recuerda que les dimos inteligencia, y alguna vez al- j guien construirá algo por donde pueda entrar y bajar; y entonces la encontrarán.
Uno más dijo:
-Escondámosla en un planeta lejano de la Tierra.
Y le dijeron:
-No; recuerda que les dimos inteligencia, y un alguien construirá una nave en la que puedan viajar a otros planetas y la descubrirán, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.
El último de ellos era un dios que habia permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las propuestas de demás dioses, y analizó calladamente cada una de ellas; entonces rompió el y dijo:
-Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren.
Todos se volvieron asombrados y preguntaron al unísono:
-La esconderemos dentro de ellos mismos; estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa buscando la felicidad sin saber que la lleva consigo.

del libro "Cuentos con alma" de Rosario Gómez

viernes, 29 de enero de 2010

Las ranitas en la nata

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.

Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en este mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.

Una de ellas dijo en voz alta:

"No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril".

Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizá más tozuda se dijo:

"¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora".

Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas. Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.

del libro "Déjame que te cuente...", de Jorge Bucay

domingo, 10 de enero de 2010

El escritor y las estrellas de mar

Érase una vez un escritor que vivía en una playa tranquila, junto a una colonia de pescadores. Todas las mañanas, temprano, paseaba por la costanera par inspirarse y de la tardes e quedaba en casa escribiendo.
Un día caminando por la orilla en la playa, vio una figura que parecía danzar. Al aproximase, observó a una joven agarrando estrellas de mar de la arena y, una a una, arrojarlas de vuela al océano.
-¿Por qué estás haciendo esto? –preguntó el escritor.
-¿No lo ve? –dijo el joven-. La marea está baja y el sol está brillando. Si la dejo en la arena, se secarán al sol y e morirán.
- Muchacho, existen miles de kilómetros de playa en ese mudo y cientos de miles de estrellas de mar desparramadas a lo largo e ellos. ¿Qué diferencia hace? Tú devuelves algunas al mar. Pero la mayoría morirá de cualquier forma.
El joven tomó una estrella más de la arena y la arrojó de vuelta al océano. Miró al escritor y dijo:
-Para esa, yo hice la diferencia…
Aquella noche el escritor no logró dormir; tampoco pudo escribir.
Por la mañana fue a la playa, aguardó al joven y junto con él comenzó a devolver estrellas al mar.
del libro "Coaching. El Arte de Soplar Brasas", de Leonardo Wolk