Jorge Bucay

"Estos cuentos han sido escritos sólo
para señalar un lugar o un camino.

El trabajo de buscar dentro,
en lo profundo de cada relato,
el diamante que está escondido...

...es tarea de cada uno"

martes, 26 de abril de 2011

El loco

Fue en el jardín de un manicomio que conocí a un joven de rostro pálido y hermoso y lleno de encanto. Sentándome a su lado sobre el banco le pregunté:

- “¿Por qué estás aquí?”


Me miró asombrado y respondió:

- “ Es una pregunta inadecuada, sin embargo, contestaré: Mi padre quiso hacer de mí una reproducción de sí mismo; también mi tío. Mi madre deseaba que fuera la imagen de su ilustre padre. Mi hermana mostraba a su esposo navegante como el ejemplo perfecto a seguir. Mi hermano pensaba que debía ser como él, un excelente atleta. Mis profesores, como el doctor de filosofía, el de música y el de lógica, ellos también fueron terminantes, y cada uno quiso que fuera el reflejo de sus propios rostros en un espejo. Por eso vine a este lugar. Lo encontré más sano. Al menos puedo ser yo mismo”.


Enseguida se volvió hacia mí y dijo:

- “Pero dime, ¿te condujeron a este lugar la educación y el buen consejo?”.


Yo respondí:

- “No, soy un visitante”.

Y el añadió:

- “ Oh, tú eres uno de los que vive en el manicomio del otro lado de la pared".


Khalil Gibrán

Coaching para Todos

viernes, 8 de abril de 2011

Cambiado el curso del río

Hace muchos años, un joven indio y su abuelo pasaban sus días juntos, tal como era la costumbre de la tribu. El anciano empleaba la mayoría del tiempo enseñando al niño a cazar, pescar y a realizar los ritos de la tribu. Habiendo vivido mucho muchos años, el abuelo poseía distintos poderes para sanar y curar y grandes conocimientos.

Un día el abuelo le dijo a su nieto: - “Nosotros cambiaremos el curso de un poderoso río”.

El niño estaba completamente asombrado, ya que sabía que su abuelo era un hombre capaz de realizar grandes cosas, pero cambiar el curso de un poderoso río… ¿Qué mortal podría realizar tal cosa?

A medida que se aproximaban al río, el niño se emocionaba al imaginar el curso del río siendo modificado. Cuando llegaron a la orilla del río, el anciano se sumergió en las aguas y tomó una piedra del fondo del tamaño de un melón.

El niño vio, a través de las cristalinas aguas, como el agujero dejado por la piedra era llenado ahora con arena y agua. En ese momento comprendió que en cierto modo, su abuelo había cambiado el curso de un poderoso río.

El anciano guiñó un ojo a su nieto y le dijo: - “Este es el modo en que un gran río es cambiado. Una piedra cada vez”.

Cuento facilitado por Miguel Alonso García
Dpto.Psicología Diferencial y del Trabajo
Universidad Complutense de Madrid
https://campusvirtual.ucm.es/prof/edpo.html