Jorge Bucay

"Estos cuentos han sido escritos sólo
para señalar un lugar o un camino.

El trabajo de buscar dentro,
en lo profundo de cada relato,
el diamante que está escondido...

...es tarea de cada uno"

viernes, 9 de diciembre de 2011

Cambio de paradigma

Dos acorazados asignados a la escuadra de entrenamiento habían estado de maniobras en el mar con tempestad durante varios días. Yo servía en el buque insignia y estaba de guardia en el puente cuando caía la noche. La visibilidad era pobre; había niebla, de modo que el capitán permanecía sobre el puente supervisando todas las actividades.
Poco después de que oscureciera, el vigía que estaba en el extremo del puente informó: "Luz a estribor".
"¿Rumbo directo o se desvía hacia popa?, gritó el capitán. El vigía respondió "Directo capitán", lo que significaba que nuestro propio curso nos estaba conduciendo a una colisión con aquel buque.
El capitán llamó al encargado de emitir señales. "Envía este mensaje: Estamos a punto de chocar; aconsejamos cambiar 20 grados de rumbo."
Llegó otra señal de respuesta: "Aconsejamos que ustedes cambien 20 grados su rumbo".
El capitán dijo: "Contéstele: Soy capitán; cambie su rumbo 20 grados".
"Soy marinero de segunda clase -nos respondieron-. Mejor cambie su rumbo 20 grados."
El capitán ya estaba hecho, una furia. Espetó: "Conteste: Soy un acorazado. Cambie su rumbo 20 grados".
La linterna del interlocutor envió su último mensaje: "Yo soy un faro".
Cambiamos de rumbo.

Narración de Frank Koch en Proceedings, revista del Instituto Naval
Extraído del libro "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva" 
de Stephen R. Covey

domingo, 30 de octubre de 2011

Enfrentar nuestros miedos

En una ocasión, un león se acercó hasta un lago
de aguas cristalinas para calmar su sed.
Al acercarse, vio su rostro reflejado en ellas y pensó:
-Dios!, este lago debe ser de ese león!!!
Tengo que tener mucho cuidado con él.

Atemorizado, se retiró de las aguas.
Pero tenía tanta sed que regresó nuevamente.
Aunque ¡ahí estaba otra vez el “león”!… ¿Qué hacer?
¡La sed lo devoraba y no había otro lago cercano!
Retrocedió.

Unos minutos después volvió a intentarlo y
al ver de nuevo al “león”, abrió las fauces
amenazadoramente pero, al comprobar que el otro
“león” hacía lo mismo, sintió terror. ¡Salió corriendo!
Sin embargo… ¡era tanta la sed!

Lo intentó varias veces, pero siempre huía espantado.
Como la sed era cada vez más intensa,
tomó la decisión de beber agua del lago,
sucediera lo que sucediera.
Así lo hizo.

Entonces sucedió lo insospechado:
al meter la cabeza en las aguas,
el “león” simplemente desapareció!!!

El sabio Maestro dice:

“Muchos de nuestros temores son imaginarios.
Sólo cuando los enfrentamos desaparecen. No dejemos
que nuestra imaginación descontrolada usurpe el lugar
de la realidad, ni nos perdamos en las creaciones y reflejos
de nuestras propias mentes…”

(autor desconocido)
Extraído de Coaching para Todos

miércoles, 31 de agosto de 2011

El miedo al fracaso

Una mañana, Nasrudín envolvió un huevo en un pañuelo, se fue al centro de la plaza de su ciudad y comenzó a gritar:


–¡hoy tendremos un concurso, quien descubra lo que está envuelto en este pañuelo recibirá de regalo el huevo que está dentro!

–¡Lo que está dentro de este pañuelo tiene el centro amarillo como una yema, rodeado de un líquido del color de la clara, que a su vez está dentro de una cáscara que se rompe fácilmente!

La gente seguía mirándole con sorpresa y él no paraba de gritar:

–¡Lo que está dentro de este pañuelo es un símbolo de la fertilidad y nos recuerda a los pájaros que vuelan hacia sus nidos! ¿Quien es capaz de decirme de qué se trata?

Evidentemente, todos pensaban que Nasrudín tenía en sus manos un huevo, pero la respuesta era tan obvia que nadie quiso pasar vergüenza equivocándose delante de los demás.

Nasrudín preguntó dos veces más y nadie se arriesgó a decir algo equivocado. Entonces, abrió el pañuelo y mostró a todos el huevo.

–Todos conocíais la respuesta –afirmó– y nadie se atrevió a decirla.

Sólo una cosa convierte en imposible un sueño: El miedo al fracaso.
Extraído de Coaching para Todos

miércoles, 27 de julio de 2011

El campesino

Hace mucho tiempo un rey colocó una gran roca obstaculizando uno de los caminos
más transitados de la comarca. Se escondió y miró para ver si alguien quitaba la
tremenda piedra.
Algunos decidieron continuar su viaje a pesar de la piedra, tomando un camino
alternativo que suponía cruzar el río a pié y subir una montaña, con lo cual les retrasaba
el viaje unas tres horas.
Otros dieron media vuelta, y decidieron acudir a otros mercados para vender sus
mercancías, tomando otros caminos.
Muchos culparon al rey por no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo
nada para sacar la piedra el camino.
Un campesino, que pasaba por allí con una carga de verduras, la vio. Al aproximarse a
ella, puso su carga en el suelo y se sentó a reflexionar: podía arriesgarse y partir hacia
otro mercado, tomando otro camino, pero entonces no tenía asegurado vender su
mercancía. Podía tomar el camino alternativo, cruzando el río a pie, pero perdería
tiempo. O bien podría intentar mover la roca, a un lado del camino, y dejarlo despejado.
Decidió intentar mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse
mucho, con gran esfuerzo, no logró mover la piedra ni un milímetro. La piedra era muy
pesada, y sólo no podría moverla.
El campesino miró a su alrededor; como todo el mundo evitaba este camino, no había
nadie que le pudiese ayudar. Cogió un gran tronco que había en el suelo, para hacer
palanca en la base de la piedra, volvió a mirar a su alrededor, le daba un poco de
vergüenza, pero tenía que intentarlo. Y… la piedra se movió, al principio un pequeño
movimiento hacia un lado, pero de repente, echó a rodar y quedó a varios metros del
camino.
Mientras recogía su carga de vegetales, vio extrañado una bolsa en el suelo, justo donde
había estado la roca.
La bolsa contenía varias monedas de oro y una nota del mismo rey diciendo que el oro
era la recompensa para la persona que removiera la piedra del camino.
El campesino aprendió ese día que cada obstáculo puede estar disfrazando una
oportunidad.
Cuento facilitado por Miguel Alonso García
Dpto.Psicología Diferencial y del Trabajo
Universidad Complutense de Madrid
https://campusvirtual.ucm.es/prof/edpo.html

martes, 12 de julio de 2011

Cómo actuar ante una situación desfavorable

Un joven de la ciudad se fue al campo y le compró un burro a un viejo campesino por 100 dólares. El anciano acordó entregarle el animal al día siguiente, pero al día siguiente el campesino le dijo:

-Lo siento hijo, pero tengo malas noticias. El burro murió.
+Bueno, entonces, devuélvame mi dinero.
-No puedo, lo he gastado ya.
+Bien, da igual, entrégueme el burro.
-¿Y para qué?, ¿qué va a hacer con él?
+Lo voy a rifar.
-¡Está loco! ¿Cómo va a rifar un burro muerto?
+Es que no voy a decir a nadie que está muerto, por supuesto.

Un mes después de este suceso se volvieron a encontrar el viejo
vendedor y el joven comprador.

-¿Qué pasó con el burro?
+Lo rifé. Vendí 500 papeletas a 2 dólares y gané 998 dólares.
-¿Y nadie se quejó?
+Solo el ganador, pero a él le devolví sus 2 dólares.

Cuento facilitado por Miguel Alonso García
Dpto.Psicología Diferencial y del Trabajo
Universidad Complutense de Madrid
https://campusvirtual.ucm.es/prof/edpo.html

jueves, 9 de junio de 2011

El problema, el maestro...

El Gran Maestro y el Guardián se dividían la administración de un Monasterio Zen. Cierto día, el Guardián murió y fue preciso reemplazarlo. El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.

Voy a presentarles un problema, dijo el Gran Maestro, y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.

Terminado su corto discurso, colocó un banquillo en el centro de la sala; encima estaba un florero de porcelana carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.

Éste es el problema, dice el Gran Maestro; - resuélvanlo -.

Los discípulos contemplaron perplejos el "problema", por lo que miraban los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor.

¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?

Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el "problema", hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al Maestro y a los alumnos, caminó resueltamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.

- ¡Al fin alguien que lo hizo! - exclamó el Gran Maestro - ¡Empezaba a dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años!. Usted es el nuevo guardián.

Al volver a su lugar el alumno, el Gran Maestro explicó:

- Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un "problema". No importa cuán bello y fascinante sea un problema, tiene que ser eliminado.

Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae confort... "Sólo existe una manera de lidiar con un problema": atacándolo de frente...

¡No huyas de él... acaba con él!.

miércoles, 25 de mayo de 2011

El trabajo en equipo: “El cuento de las herramientas”

En un pequeño pueblo, existía una diminuta carpintería famosa por los muebeles que allí se fabricaban. Cierto día las herramientas decidieron reunirse en asamblea para dirimir sus diferencias. Una vez estuvieron todas reunidas, el martillo, en su calidad de presidente tomó la palabra.

-Queridos compañerros, ya estamos constituidos en asamblea. ¿Cuál es el problema?. -Tienes que dimitir- exclamaron muchas voces.

-¿Cuál es la razón? – inquirió el martillo. -¡Haces demasiado ruido!- se oyo al fondo de la sala, al tiempo que las demás afirmaban con sus gestos. -Además -agregó otra herramienta-, te pasas el día golpeando todo.

El martillo se sintió triste y frustrado. _Está bien, me iré si eso es lo que quereis. ¿Quién se propone como presidente?.

-Yo, se autoproclamó el tornillo -De eso nada -gritaron varias herramientas-.Sólo sirves si das muchas vueltas y eso nos retrasa todo.

-Seré yo -exclamó la lija- -¡Jamás!-protesto la mayoría-. Eres muy aspera y siempre tienes fricciones con los demás.

-¡Yo seré el próximo presidente! -anuncio el metro. -De ninguna manera, te pasas el día midiendo a los demás como si tus medidas fueran las únicas válidas – dijo una pequeña herramienta.

En esa discusión estaban enfrascados cuando entró el carpintero y se puso a trabajar. Utilizó todas y cada una de las herramientas en el momento oportuno. Después de unas horas de trabajo, los trozos de madera apilados en el suelo fueron convertidos en un precioso mueble listo para entregar al cliente. El carpintero se levanto, observo el mueble y sonrió al ver lo bien que había quedado. Se quitó el delantal de trabajo y salió de la carpintería.

De inmediato la Asamblea volvió a reunirse y el alicate tomo la palabra: “Queridos compañeros, es evidente que todos tenemos defectos pero acabamos de ver que nuestras cualidades hacen posible que se puedan hacer muebles tan maravillosos como éste”. Las herramientas se miraron unas a otras sin decir nada y el alicate continuo: “son nuestras cualidades y no nuestros defectos las que nos hacen valiosas. El martillo es fuerte y eso nos hace unir muchas piezas. El tornillo también une y da fuerza allí donde no actua el martillo. La lija lima aquello que es áspero y pule la superficie. El metro es preciso y exacto, nos permite no equivocar las medidas que nos han encargado. Y así podría continuar con cada una de vosotras.

Después de aquellas palabras todas las herramientas se dieron cuenta que sólo el trabajo en equipo les hacia realmente útiles y que debían de fijarse en las virtudes de cada una para conseguir el éxito.

"Cuentos que mi jefe nunca me contó". Juan Mateo

Extraído del blog (aquí)

martes, 10 de mayo de 2011

Cuento zen

Un anciano cayó accidentalmente en los rápidos del río llevándolo a una alta y peligrosa cascada. Los espectadores temieron por su vida. Milagrosamente, salió vivo e ileso, río abajo al final de la cascada. La gente le preguntó cómo logró sobrevivir.

“Yo me adapté al agua, no el agua a mí. Sin pensar, me dejé moldear por el agua. Hundiéndome en la corriente, salí con la corriente. Así es cómo sobreviví”.

martes, 26 de abril de 2011

El loco

Fue en el jardín de un manicomio que conocí a un joven de rostro pálido y hermoso y lleno de encanto. Sentándome a su lado sobre el banco le pregunté:

- “¿Por qué estás aquí?”


Me miró asombrado y respondió:

- “ Es una pregunta inadecuada, sin embargo, contestaré: Mi padre quiso hacer de mí una reproducción de sí mismo; también mi tío. Mi madre deseaba que fuera la imagen de su ilustre padre. Mi hermana mostraba a su esposo navegante como el ejemplo perfecto a seguir. Mi hermano pensaba que debía ser como él, un excelente atleta. Mis profesores, como el doctor de filosofía, el de música y el de lógica, ellos también fueron terminantes, y cada uno quiso que fuera el reflejo de sus propios rostros en un espejo. Por eso vine a este lugar. Lo encontré más sano. Al menos puedo ser yo mismo”.


Enseguida se volvió hacia mí y dijo:

- “Pero dime, ¿te condujeron a este lugar la educación y el buen consejo?”.


Yo respondí:

- “No, soy un visitante”.

Y el añadió:

- “ Oh, tú eres uno de los que vive en el manicomio del otro lado de la pared".


Khalil Gibrán

Coaching para Todos

viernes, 8 de abril de 2011

Cambiado el curso del río

Hace muchos años, un joven indio y su abuelo pasaban sus días juntos, tal como era la costumbre de la tribu. El anciano empleaba la mayoría del tiempo enseñando al niño a cazar, pescar y a realizar los ritos de la tribu. Habiendo vivido mucho muchos años, el abuelo poseía distintos poderes para sanar y curar y grandes conocimientos.

Un día el abuelo le dijo a su nieto: - “Nosotros cambiaremos el curso de un poderoso río”.

El niño estaba completamente asombrado, ya que sabía que su abuelo era un hombre capaz de realizar grandes cosas, pero cambiar el curso de un poderoso río… ¿Qué mortal podría realizar tal cosa?

A medida que se aproximaban al río, el niño se emocionaba al imaginar el curso del río siendo modificado. Cuando llegaron a la orilla del río, el anciano se sumergió en las aguas y tomó una piedra del fondo del tamaño de un melón.

El niño vio, a través de las cristalinas aguas, como el agujero dejado por la piedra era llenado ahora con arena y agua. En ese momento comprendió que en cierto modo, su abuelo había cambiado el curso de un poderoso río.

El anciano guiñó un ojo a su nieto y le dijo: - “Este es el modo en que un gran río es cambiado. Una piedra cada vez”.

Cuento facilitado por Miguel Alonso García
Dpto.Psicología Diferencial y del Trabajo
Universidad Complutense de Madrid
https://campusvirtual.ucm.es/prof/edpo.html

jueves, 24 de marzo de 2011

¿Por dónde empezar?

Tomada esta historia del libro "Coaching para emprender" de Gregory Cajina (aquí)

"...¿Qué camino debería tomar?

Ante esta incertidumbre se volvió hacia el Gato Sonriente y le preguntó:

- Por favor, ¿qué camino debo tomar para abandonar este lugar?
- Eso depende - contestó el Gato sin abandonar su sonrisa.
- Depende, ¿de qué?
- Pues del lugar a donde quieras ir.
- Me es igual ir a un lado que a otro.
- Entonces, poco importa el camino a tomar.
- Pero me gustaría llegar a alguna parte.
- Si caminas mucho, a algún sitio llegarás."

Extracto de Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas,
de Lewis Carroll

martes, 8 de marzo de 2011

Cuento hindú


Tomada esta historia de la web Coaching para todos (aquí )


Era un hombre que había oído hablar mucho de la preciosa madera de sándalo, pero que nunca había tenido ocasión de verla. Sólo conocía su aroma. También sabía que podía encontrarse en algunos países muy distantes al suyo. Y como sentía un fuerte deseo por poseer esta madera, se puso a escribir a todos los amigos que vivían en esos lejanos lugares solicitándoles un trozo de sándalo. Pensó que quizás alguno tendría la bondad de enviársela.


Comenzó a escribir cartas y cartas, durante varios días, siempre con el mismo ruego: Por favor, enviadme madera de sándalo. Pero un día de súbito, mientras estaba ante el papel, pensativo, mordisqueó el lápiz con el que tantas cartas escribiera, y de repente olió la madera del lápiz y descubrió que era de sándalo.



Reflexión: ¿Cuántas veces tenemos ante nosotros lo que necesitamos y no lo vemos?

http://coachingparatodos.com/

viernes, 18 de febrero de 2011

Haz lo máximo que puedas

Había una vez un hombre que quería trascender su sufrimiento, de modo que se fue a un templo budista para encontrar a un maestro que le ayudase. Se acercó a él y le dijo:"Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?".

El maestro le miró y le respondió: "Si meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años".

El hombre, pensando que podía hacer más, de lijo: "Maestro, y si medito ocho horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?".

El maestro le miró y le respondió: "Si meditas ocho horas al día, tal vez lo lograrás dentro de veinte años".

"Pero ¿Por qué tardaré más tiempo si medito más?", preguntó el hombre.

El maestro contestó: "No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estás aquí para vivir, para ser feliz y para amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz lo máximo que puedas, y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites, puedes vivir, amar y ser feliz".

Cuento extraído del libro "Los cuatro acuerdos.
Un libro de sabiduría tolteca". Dr. Miguel Ruiz

lunes, 31 de enero de 2011

El papel arrugado

tomada esta historia de la web de Carlos del Pino (DelPinoCoaching, aquí )

Un día un maestro que vio a un niño dando excusas de una explosión de ira, lo llevó a la clase y, entregándole una hoja de papel, le dijo:

-¡Estrújalo!

Asombrado obedeció e hizo una bolita...

- Ahora, !déjalo como estaba antes!


Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba.... por más que lo intentó, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.

- El corazón de las personas, dijo, es como ese papel… la impresión que en ellos dejas será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.

Adaptado de G. Heger

sábado, 15 de enero de 2011

El camello y la cadena invisible

Un veterano mercader de cammellos atravesaba el desierto del sáhara junto con su hijo adolescente, que era la primera vez que lo acompañaba. Al caer la noche, decidieron acampar en un oasis. Tras levantar la tienda, padre e hijo empezaron a clavar estacas en el suelo para atar con cuerdas a los camellos. De pronto, el joven se dio cuenta de que tan solo habían llevado 19 estacas 19 cuerdas, y en total había 20 camellos.

-"¿Cómo atamos a este camello?", preguntó inquieto el hijo adolescente.

Y el mercader, que llevaba muchos años recorriendo el desierto, le contestó sonriente:

-"No te preocupes, hijo. Estos animales son tontos. Haz ver que le pasas una cuerda por el cuello y luego simula que lo atas a una estaca. Así permanecerá quieto toda la noche".

Eso es precisamente lo que hizo el chaval. El camello, por su parte, se quedó sentado e inmóvil, convencido de que estaba atado y de que no podía moverse.

A la mañana siguiente, al leventar el campamento y prepararse para continuar el viaje, el hijo empezó a quejarse a su padre de que todos los camellos le seguían, excepto el que no había atado. Impasivo, el animal se negaba a moverse.

-"¿No sé que le pasa a este camello!", gritó indignado.

-"Parece como si estuviese inmovilizado".

Y el mercader, sin perder la sonrisa, le replicó:

-"!No te enfades hijo! El pobre animal cree que sigue atado a la estaca. Anda, ve y haz ver que lo desatas".


El Pais Semanal, nº 1.783 Domingo 28 de noviembre de 2010