Un día un maestro que vio a un niño dando excusas de una explosión de ira, lo llevó a la clase y, entregándole una hoja de papel, le dijo:
-¡Estrújalo!
Asombrado obedeció e hizo una bolita...
- Ahora, !déjalo como estaba antes!
Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba.... por más que lo intentó, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.
- El corazón de las personas, dijo, es como ese papel… la impresión que en ellos dejas será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.
Adaptado de G. Heger
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