Hace muchos años, un joven indio y su abuelo pasaban sus días juntos, tal como era la costumbre de la tribu. El anciano empleaba la mayoría del tiempo enseñando al niño a cazar, pescar y a realizar los ritos de la tribu. Habiendo vivido mucho muchos años, el abuelo poseía distintos poderes para sanar y curar y grandes conocimientos.
Un día el abuelo le dijo a su nieto: - “Nosotros cambiaremos el curso de un poderoso río”.
El niño estaba completamente asombrado, ya que sabía que su abuelo era un hombre capaz de realizar grandes cosas, pero cambiar el curso de un poderoso río… ¿Qué mortal podría realizar tal cosa?
A medida que se aproximaban al río, el niño se emocionaba al imaginar el curso del río siendo modificado. Cuando llegaron a la orilla del río, el anciano se sumergió en las aguas y tomó una piedra del fondo del tamaño de un melón.
El niño vio, a través de las cristalinas aguas, como el agujero dejado por la piedra era llenado ahora con arena y agua. En ese momento comprendió que en cierto modo, su abuelo había cambiado el curso de un poderoso río.
El anciano guiñó un ojo a su nieto y le dijo: - “Este es el modo en que un gran río es cambiado. Una piedra cada vez”.
Cuento facilitado por Miguel Alonso García
Dpto.Psicología Diferencial y del Trabajo
Universidad Complutense de Madrid
https://campusvirtual.ucm.es/prof/edpo.html
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