Su presentación fascinó a los estudiantes presentes. Dado que ninguno de ellos supo encontrar la solución para el problema presentado, el granjero subió a su carruaje para dirigirse al templo de una próxima ciudad. Después de andar algunos metros escuchó unos apresurados pasos y observando fuera del carro reconoció a uno de los jóvenes alumnos corriendo con gran esfuerzo por alcanzarlo. Detuvo la marcha de los caballos y esperó que el joven llegara y recuperase el aliento.
-Entonces -dijo el hombre- ¿tienes acaso una respuesta para mi pregunta?
-No -respondió el joven-, pero necesito saber: ¿cuál es la respuesta?
Sonrió el granjero y agregó:
-Un joven como tú es a quien quiero considerar mi yerno.
del libro "Coaching. El Arte de Soplar Brasas en Acción",
de Leonardo Wolk
de Leonardo Wolk
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