Era un viejito, muy viejito cuyas únicas propiedades eran su pequeña casa y un caballo, que utilizaba para arar y llevarle de un sitio a otro.
Un día, el caballo se escapó....y la gente del pueblo decía: ¡Qué mala suerte! Pobre viejito. Ahora no tendrá como trasladarse al mercado. Y el viejito solo decía: Mala suerte, buena suerte...¿quién sabe?
Al poco tiempo, apareció el caballo, que volvía al hogar, y llevaba con él varios caballos salvajes de las praderas. Y la gente del pueblo decía: ¡Qué buena suerte! Podrá venderlos y conseguir un buen dinero. Y el viejito solo decía: Buena suerte, mala suerte...¿quién sabe?
Un día, estaba su hijo intentando domar a uno de los caballos salvajes, cuando tras un galope, el caballo lanzó al hijo por los aires...y quedó mal herido. Tras unos meses, quedó cojo.
Y la gente del pueblo decía: ¡Qué mala suerte! Pobre viejito. Ahora no tendrá nadie que le ayude en el campo. Y el viejito solo decía: Mala suerte, buena suerte...¿quién sabe?
Un año más tarde, se declaró la guerra con el país vecino, y todos los jóvenes del pueblo fueron llamados a filas. Todos, menos, uno..el pobre cojito.
Y la gente del pueblo decía: ¡Qué buena suerte!....
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario